Oda a la carne
El espectáculo Bola de carne tuvo una breve temporada en el Teatro Orientación y ahora inicia otro recorrido en el Foro A poco no. Está escrito por Bernardo Gamboa, quien también actúa, acompañado por Micaela Gramajo.
Lo primero que llama la atención es cómo se ubica en el mapa escénico de la Ciudad de México, nada que ver con la correcta tranquilidad política de lo que en general se exhibe en los teatros públicos, pero tampoco con la oleada de propuestas que privilegian la originalidad de la idea anclada en intelectualismo puro.
Pero sobre todo por radicalizar en la carne, en el cuerpo del actor, su sudor y fluidos, un acontecimiento escénico. Termina por no importar que éste sea incomprensible: como quiere decir todo, termina por no decir nada; como va a todos lados, no llega a ninguno.
En cambio, lo de verdad interesante está en el registro actoral de Gamboa: intenso, suave, profundo, arrebatado, berrinchudo, soez, indefenso, doloroso, ingenuo, gritón, incorrecto. Todo lo que hace y dice viene de algún sitio, tiene procedencia emocional.
Así terminan por no importar Tito Andrónico, Shakespeare, la arcilla tirada en el piso, las enciclopedias, la cabeza de cerdo, el iPod, Foucault o Chomsky, medios solamente para confrontar la fragilidad paradójica de Bernardo, el dolor y placer de estar en escena.
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