Nieve y ceniza

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Reviso ahora en las clases de la Escuela de Teatro de Bellas Artes algunas obras del Barroco, siempre aparece con total brillantez el teatro de Calderón, sus múltiples recursos retóricos, una pólvora que no acaba con el lenguaje y propone personajes que trascienden del tipo, que ponen en tensión las fórmulas de la Comedia Nueva: la maravillosa viuda Ángela de La dama duende, ¿en qué anda? ¿por qué tiene esa vida nocturna tan elaborada?

Así ahora, paso algunos días en Colima para montar una obra y me encuentro que el hábitat natural de esa ciudad de aroma tropical es justo el barroco. La presiden dos volcanes que desde cualquier azotea del norte de la ciudad se ven sensacionales, el volcán de fuego y el nieve, y desde allí comienza a asomarse Quevedo con su famosa antítesis del “fuego helado”.

Esa característica va desde luego de la mano de la comida. Las reelaboraciones del maíz son impresionantes, se sirven en cenadurías y allí puede verse cómo ese cereal puede dar lugar a varios ejercicios retóricos: un tamal de ceniza, digamos, que se baña en salsa de tomate, unos nachos que parecen un platillo especial, sopitos, enchiladas dulces o el colmo, una tostada de costilla, que consiste en la base de maíz cubierta por lechuga abundante y coronada por una costilla frita tamaño Picapiedra. Luego, si tiene uno sed, se toma una tuba, agua fresca que se hace con un extracto de palmera, incluye fruta picada, ¡acitrón! y como detalle final, cacahuates, que flotan muy a gusto en el vaso. Si queda lugar y no se ha llamado aún al cardiólogo, puede tomarse una paleta de vainilla rellena de ate de guayaba.

También hay espacio para mayores delicadezas, una panela asada por ejemplo, es decir un queso fresco al que se deja salir el suero y luego se sirve a la plancha, entrada inigualable para hacer camino en gratísima compañía.

Viene después el tema de poner una obra de teatro: elenco que al cabo de los días no puede completarse, ceniza, brillantez en la ejecución de algunas escenas, nieve, problemas con la escenografía, ceniza ceniza, entrenamiento preexpresivo eficaz con un elenco y equipo muy comprometidos, nieve nieve, montaje final en el teatro, nieve/ceniza.

Esos de la foto de arriba son los volcanes vistos desde Comala, no oculta intención barroca alguna de vender el coche o la cuatrimoto.

Oasis de crudos

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¿Dónde siente uno que más pasa el tiempo? Puede ser que en la referencia a objetos específicos a jóvenes que apenas llegan a los veinte años. Explicar por ejemplo el funcionamiento de un tornamesa automático y decir cosas como: era un aparato que iba despachando discos de acetatos desde una torre, el disco acababa, se levantaba el brazo con aguja (!), se retiraba, bajaba el siguiente y volvía a colocarse haciendo un pequeño ruido de escrach, todo a una velocidad de 33 revoluciones por minuto. Suena como si uno tratara de explicar el funcionamiento del arco y la flecha.

También se siente en la oferta de la televisión, ahora el cable está muy extendido y antes lo más común era depender de la señal abierta y horrores que ya desde entonces la acompañaban, sin embargo para los amaneceres de sábado y domingos de los ochentas había una excepción notable en un canal cultural, el 9, mejor desde luego a los programas especiales de aspiradoras maravillosas o trapeadores que limpian solos la casa.

Era un programa de aerobics que se llamaba Ritmo vital, donde unas bellísimas mujeres hacían, con leotardos apastelados y calentones en las pantorrillas una serie de ejercicios, llamados de alto impacto si tenían brinquito, o de bajo impacto si carecían de él. Era un bálsamo para todo aquel que trataba de sobrevivir la cruda de la noche previa y estaba a punto de salir a la cacería de una barbacoa.

Impecables en la respiración y la ejecución de sus ejercicios, provocaban que uno las mirara hipnotizado, esperando la simple aparición de alguna de ellas pero sin la menor intención de hacer los ejercicios, casi siempre acompañados por rolas que circulaban en rock 101.

Una vez las encontré en el espacio escultórico de Ciudad Universitaria, grababan allí varias de sus rutinas. Me sorprendió que fueran tan menudas, ¡ninguna pasaba de 1.60! No importaba, durante muchos meses el impacto siguió siendo fulminante.