Tardes con Tere
Pasa con frecuencia, uno se siente atraído por personas vistas en la pantalla, sea la del cine o televisor, por ello quise hablar de “musas” con las que uno ha ido creando su historia emocional y hacerlo más interesante, con aquellas con quienes nos sentimos fascinados en la adolescencia.
Ese periodo para mi fue bastante complicado, con la autoestima en el suelo, en una escuela religiosa para hombres yo era de los más bajos y menudos, con nariz roja y una voz que recordaba a la de Bambi. Hallaba paz imaginándome en los brazos de Raquel Welch, por ejemplo, quien si en ese momento hubiera cumplido mi fantasía en realidad me habría cargado.
Poco ayudaba para ello una revista que me compraba mi padre, se llamaba “Diversión” y tenía uno que resolver crucigramas que aparecían al lado de la piernas de Thelma Tixou, Wanda Seux o Mabel Luna, a la frustración de esas mujeres inalcanzables se sumaba la de no saber qué rayos era un “sufijo occítono”.
Haciendo un repaso evocador, me ubico en algunas tardes, viendo películas en el canal cuatro. Allí aparece, como dama joven de cualquier cantidad de churros, Tere Velázquez. Algo tiene, se nota cómoda, es bella y bromista, más suave que su hermana, la legendaria Lorena de Santo contra las mujeres vampiro.
¿Tendría más valor en mi recuerdo si Tere hubiera hecho una película decente? No lo sé, por lo pronto hacía amables mis tardes, me dejaba una sonrisa que aún conservo.
Las diez de uno
Desde hace muchos años, los grandes críticos de cine del mundo elaboran listas de aquellas películas que tienen categoría de clásicas. Aunque los lugares se modifican un poco, siempre son las mismas; casi todas europeas o estadounidenses de la primera mitad del siglo veinte.
Se trata de filmes que se estudian en las Universidades como parte de la formación integral de la personas: El acorazado Potemkin, El séptimo sello, Tiempos modernos, Los olvidados; varios de ellos protegidos por la UNESCO.
De allí que el cine no sólo forme parte de nuestra vida, con frecuencia nos ayuda a expresarnos mejor en la retórica del día a día: “Es que mi madre se pone como Libertad Lamarque”, “podría bailar como Gene Kelly”, “pareces Mauricio Garcés en Modisto de Señoras”, “esas oficinas de gobierno son como las de Brazil”. Una prima me dijo una vez “estás igualito a Tom Cruise” , me sentí halagado. “No, no, espérate”, aclaró, “pero en Nacido el cuatro de julio”.
Si bien los críticos de cine encargados de esas listas son respetables y cuidadosos, encuentro muy difícil que en un momento de distracción, por puro gusto o al seleccionar una película para ver durante un viaje, uno ponga El ciudadano Kane o Ladrones de bicicletas. Más bien se antojan aquellas que por alguna razón, quizá digna del diván, nos “tocan”.
Por su extravagancia, esas listas tan personales son las más interesantes. Por ejemplo, para mi amigo A, X Men es una cosa notable, para mi amiga B, Dirty Dancing debería también tener declaratoria de obra maestra.
El caso es que aquí señalo diez favoritas, asumiendo que lo flexible de un blog permite modificarlas un poco, en algunos casos incluyo escenas que me encantan, que me en-cantan. Se trata, para abrir boca, de Rumble Fish, Goodfellas, Brazil, El infierno, Cinema Paradiso, Short Cuts, El hijo de la novia, Los amantes del círculo polar, Chicago, Ratatouille.
Perfectamente podría ver cualquiera de ellas a la menor provocación.
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