Los chinos del Reloj


El pasado sábado 9 de febrero, a las 10 de la mañana hora del centro de México, arrancó la celebración del año nuevo chino, el de la serpiente, en la Fundación Cultural China, que a su vez cumplió 40 años. En este lugar se dan clases de diversas disciplinas marciales y consultas de medicina tradicional, todo bajo la conducción del profesor Francisco González, quien por su calidad de movimiento, mesurada y ágil, hace que uno recuerde a Li Mu Bai en El tigre y el dragón.

Con presencia y emotividad el profesor cuenta la historia de la Escuela, reconoce a los fundadores y da paso al festejo, que consistió en bailes de leones, una ofrenda a antepasados y fuerzas de la naturaleza, demostraciones de artes marciales, malabarismo y danza aérea.

Una bella actriz de nombre quimérico, Tsayamhall Esquivel, empieza a conducir el evento y luego de plano se repliega para mirar el desfile de decenas y decenas de participantes que entran y salen del atiborrado local. Todos ellos fueron alumnos y lo siguen siendo porque ahora son maestros, colectividades que expresan su cohesión a través del Kung Fu y el Tai Chi y hacen de ello un verdadero banquete; obsequian lo que aprendieron, tan bien, que ahora son especialistas en enseñarlo y lo validan ante sus maestros.

Y claro que todo esto es para mí una raya más al tigre, las cosas que nunca haré: cantar boleros como Javier Solís, bailar como Fred Astaire y desde luego lanzar patadas y vuelcos espectaculares en el aire, como los hacen estos jovencitos de 18 años y como recuerdo perfecto los hacía David Carradine en Kung-Fu.

Todo ello en un pulmón asiático en la meseta del Anáhuac que no tiene nada que ver con la calle de Dolores, sino que se encuentra en la calle de Cáliz, cerca de Calzada de Tlalpan, en la colonia El Reloj. Quizá por ello los brazos del profesor se abren, como manecillas en cuarto para las tres, para dar un abrazo a los invitados a la fiesta.







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