Manías de vestidor
Hace años fui profesor de literatura universal en una preparatoria y una de las clases daba inicio a las siete de la mañana. Recuerdo a una alumna que llegaba un poco antes de comenzar, ocupaba un asiento en la segunda fila y desplegaba en el de adelante un muestrario fenomenal de artículos de maquillaje. Mientras trataba de convencer a la clase que Hamlet no sólo es importante, sino divertido, ella ponía manos a la obra y al cabo de 50 minutos quedaba convertida en copia fiel de una de las cantantes de Fresas con crema, grupo pop de moda en aquel momento.
Recuerdo esa imagen porque hace poco regresé a un club deportivo, al que por razones familiares pertenecí durante toda mi infancia, y no salgo de mi asombro por la cantidad de hábitos –malos- y accesorios –infinitos- que pueden encontrarse en los vestidores de caballeros de ese lugar. Aquí van por lo pronto tres ejemplos:
La casa casillero
Los casilleros son menos que los usuarios, durante el año se juntan los que se van desocupando y cierto día se ponen a disposición de los interesados, quienes llegan a pernoctar para ser de los primeros. Con absoluta discreción he podido asomarme a algunos y puedo afirmar que con su contenido se podrían equipar dos departamentos de interés social o aguantar un naufragio de meses en una isla: ropa, cremas, calzado, libros, reproductores de música, botellas de agua y refresco, galletas, etc.
El jabón existencial
Las duchas tienen un gabinete que al momento de bañarse da cierta intimidad al usuario, sin embargo hay varios que consideran que es importante verse en el espejo mientras se enjabonan, así que salen de la ducha, a veces sin cerrar el grifo, se colocan frente a un espejo y proceden a esparcir la espuma por toda su humanidad, con o sin acompañamiento musical.
El arte del rasurado
Mejor aún que la alumna a la que me referí al inicio, hay quien llega al vestidor con una maleta que en el aeropuerto tendría que documentarse. Cuando entran a los baños, despliegan en el lavabo, cual paleta de pintor barroco, una toalla sobre la cual ponen una cantidad increíble de objetos: dos rastrillos para afeitarse, un crema pre, otra durante y otra post, un peine, un cepillo para cabello, dos cepillos dentales, un hilo dental, un desodorante, dos lociones, por lo menos.
¿Asombro o admiración? ¿ambas?
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